TE QUIERO MÁS QUE A LA SAL
Existe un relato muy bonito de origen armenio, que cuenta una historia de un
rey, sus tres hijas y la sal, ¡sí, la sal! misma que en nuestros días goza
de una mala reputación, ya sea por cuestiones médicas o
por superstición; continuamente solemos escuchar "¡Estoy salado (a)!" "No le eches la sal con tus comentarios" "¡Se cayó la sal!" etc. El punto es que la sal está presente desde tiempos antiguos.
Para casi todas las culturas es un condimento básico y dentro de la
literatura occidental tiene una gran relevancia, evoca una
vida sencilla.
Había
una vez un rey que tenía tres hijas y quiso saber cuál de las tres lo quería
más. Un día le preguntó a la mayor:
- Hija mía, ¿tú cuánto me quieres?
-¡Ay!, padre, yo más que al aceite.
Y el rey quedó satisfecho con la respuesta.
Luego se dirigió a la segunda y le preguntó lo mismo y la hija le contestó:
- Yo te quiero más que ¡al mismo pan!
El rey quedó contento también con esta respuesta
- Hija mía, ¿tú cuánto me quieres?
-¡Ay!, padre, yo más que al aceite.
Y el rey quedó satisfecho con la respuesta.
Luego se dirigió a la segunda y le preguntó lo mismo y la hija le contestó:
- Yo te quiero más que ¡al mismo pan!
El rey quedó contento también con esta respuesta
Fue
entonces a preguntarle a la hija pequeña, ella le contestó:
- Yo te quiero más que a la sal
Esta respuesta no le gustó nada al rey, que se ofendió y envió a su hija pequeña a las mazmorras.
La reina, como buena madre, se sentía afligida por la decisión del rey, entonces ordenó a los cocineros reales que a partir de ese día prepararían la comida del rey sin sazón alguno, a partir de entonces todas las comidas se sirvieron sosas.
Cuando el rey las probaba, decía que no le gustaban y poco a poco fue perdiendo el apetito, el rey veía cómo todos disfrutaban los manjares, al principio no dijo nada, pero un buen día dijo ¡Por favor!¡Que alguien me taiga la sal!¿Cómo es posible que se les olvide lo más importante?
Y esa mañanita feliz de mayo aprendió su lección y solicitó la presencia de su hija pequeña en palacio, y cuando el rey, la vio, tan linda y pura, como una flor. Cayó en la cuenta; y dijo abrazándola:
-Hija mía, ¡Cuánto me arrepiento! De haberte desterrado.
Así que la miro, con los ojos del corazón y le pidió perdón.
El reino junto con todos sus habitantes vivieron felices para siempre y comieron pan con aceite y sal.
- Yo te quiero más que a la sal
Esta respuesta no le gustó nada al rey, que se ofendió y envió a su hija pequeña a las mazmorras.
La reina, como buena madre, se sentía afligida por la decisión del rey, entonces ordenó a los cocineros reales que a partir de ese día prepararían la comida del rey sin sazón alguno, a partir de entonces todas las comidas se sirvieron sosas.
Cuando el rey las probaba, decía que no le gustaban y poco a poco fue perdiendo el apetito, el rey veía cómo todos disfrutaban los manjares, al principio no dijo nada, pero un buen día dijo ¡Por favor!¡Que alguien me taiga la sal!¿Cómo es posible que se les olvide lo más importante?
Y esa mañanita feliz de mayo aprendió su lección y solicitó la presencia de su hija pequeña en palacio, y cuando el rey, la vio, tan linda y pura, como una flor. Cayó en la cuenta; y dijo abrazándola:
-Hija mía, ¡Cuánto me arrepiento! De haberte desterrado.
Así que la miro, con los ojos del corazón y le pidió perdón.
El reino junto con todos sus habitantes vivieron felices para siempre y comieron pan con aceite y sal.
Este
pequeño cuento nos muestra la humildad en el rectificar nuestras malas acciones y desde luego la importancia que representan las pequeñas cosas. También podemos comprender que metafóricamente la sal
está ligada a lo esencial para la subsistencia humana, tanto en lo material
como en lo espiritual. Desde los primeros tiempos de la humanidad, resulta un
ingrediente fundamental no sólo para dar sabor a los platillos, para conservar
los alimentos, y para el sustento cotidiano.
¡Que siempre haya sal en nuestra vida en la justa medida!
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⇝A. M.⤐
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