Nietzsche dice | DEL HIJO Y DEL MATRIMONIO


Friedrich Nietzsche DEL HIJO Y DEL MATRIMONIO

          Así habló Zaratustra:

“Tengo para ti, hermano mío, una pregunta que arrojo como sonda para conocer la profundidad de tu alma.
Eres joven y anhelas una mujer y un hijo, pero yo te pregunto. ¿Eres tú un hombre que tiene el derecho de desear un hijo? ¿Eres victorioso, vencedor de ti mismo, soberano de tus sentidos, dueño de tus virtudes? Eso es lo que pregunto. ¿O es que hablan de tu deseo la bestia y la exigencia física? ¿O el miedo a la soledad? ¿O la discordia contigo mismo? Yo quiero que tu victoria y tu libertad se perpetúen en un hijo. Debes erigir monumentos vivientes a tu victoria y a tu liberación. Algo más elevado que tú mismo, pero haría falta que te reconstruyeses tú mismo, recto de cuerpo y de alma. No solamente se debe reproducir la raza, sino superarla. Para eso te debe servir el jardín del matrimonio. Debes crear un cuerpo de esencia superior, un primer móvil, una rueda que gire sobre si misma; debes crear un creador.



Yo llamo matrimonio a la voluntad de crear entre dos un ser único superior a los que se han creado. El matrimonio es eso: respeto mutuo, respeto de los que coinciden en tal voluntad. Este debe ser el sentido de tu matrimonio. Pero lo que llaman matrimonio los superfluos ¿Cómo lo llamaríamos? ¡Ay! ¡Qué pobreza de alma entre dos! ¡Que impureza de alma entre dos! ¡Que mísera conformidad entre dos!  A todo esto llaman matrimonio y dicen que contraen estas uniones en el cielo. ¡Pues no quiero ese cielo de los superfluos! ¡No! ¡No quiero bestias enlazadas con redes celestiales! ¡Quédese también lejos de mi ese dios cojitranco que bendice lo que no ha unido! ¡No os riais de tales matrimonios! ¿Qué hijo no tendría razón de llorar a causa de sus padres?
Me pareció un hombre respetable y preparado para asir el sentido de la tierra, pero cuando conocí a su mujer, la tierra me pareció una morada para los insensatos.
Sí; yo querría que entrase la tierra en convulsión cuando se ayuntan un santo y una gansa.
Otro partió como un héroe en busca de verdades y no alcanzó más botín que una pequeña mentira engalanada. A eso llaman su matrimonio. Otro muy reservado en sus relaciones y difícil en su elección, trastornó su sociedad de un solo golpe, a eso llaman matrimonio. Buscaba otro una sirvienta con las virtudes de un ángel, y termino haciéndose de una mujer; ahora es él el que necesitaría volverse ángel. Yo no he visto más que por doquier compradores avisados y de ojos astutos. Pero aun el más avisado compra a su propia mujer  en estado de ceguera. Llamáis a muchas breves locuras amor, y vuestro matrimonio pone fin a muchas breves locuras con una larga tontería. Vuestro amor por la mujer y el amor de la mujer por el hombre, ¡Oh! ¡Sea piedad para los dioses dolientes y velados! Pero dos bestias se adivinan casi siempre.
Sin embargo, vuestro mejor amor  no es más que una imagen extasiada y un ardor doloroso. Antorcha que debe iluminar para vosotros caminos superiores.
Deberá un día elevarse vuestro amor por encima de vosotros mismos. ¡Aprended, pues, a amar! por eso es preciso que bebáis el cáliz amargo de vuestro amor. Aun en el cáliz del mejor amor, existe amargura: así se despiertas en ti el deseo del superhombre, así se despierta en ti el deseo del Superhombre, así se despierta en ti la sed del  creador. Sed de creador, flecha y anhelo del Superhombre; dime hermano mío, ¿Es esa su voluntad del matrimonio? Para mi es santa tal voluntad, tal matrimonio.

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⇝A. M.⤐

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